Cordelia Hebblethwaite
BBC News
Sábado, 23 de julio de 2011
Algunos lo han calificado como “la locura de género”, pero el preescolar Egalia en Estocolmo dice que su objetivo es liberar a los niños de las expectativas sociales basadas en su sexo.
A primera vista, la escuela en Sodermalm -un distrito de la capital sueca- parece como cualquier otra. Pero si usted escucha con atención verá que hay una gran diferencia.
Los maestros evitan el uso de los pronombres “él” y “ella” cuando le hablan a los niños.
En su lugar, se refieren a ellos como “amigos”, por su primer nombre, o como “hen”, un pronombre neutro prestado del finlandés.
¿Cambiar a la sociedad?
No es sólo el idioma lo que es diferente aquí.
Los libros han sido cuidadosamente seleccionados para evitar las presentaciones tradicionales de género y los roles de crianza.
Por lo tanto, los niños no leerán cuentos como “La Bella Durmiente” y “Cenicienta”, sino, por ejemplo, un libro sobre dos jirafas que encuentran un cocodrilo bebé abandonado y lo adoptan.
La mayoría de los juguetes y los juegos que habitualmente se pueden encontrar en cualquier jardín de infantes están ahí -muñecas, tractores, canteras de arena, entre otros- pero se colocan deliberadamente uno al lado del otro para animar al niño a que juegue con lo que él o ella prefiera.
En Egalia, los chicos son libres de vestirse y jugar con muñecas, si eso es lo que quieren hacer.
Para la directora del preescolar, Lotta Rajalin, se trata de dar a los niños una posibilidad de elección mucho más amplia, y no limitarlos a las expectativas sociales basadas en el género.
“Queremos darles todo el espectro de la vida, no sólo la mitad. Es por eso que estamos haciendo esto. Queremos que los niños conozcan todas las cosas en la vida, no sólo la mitad de ellas”, le dijo a la BBC.
Todo el personal claramente siente pasión por este principio.
“Quiero cambiar las cosas en la sociedad”, señala Emelie Andersson, de 27 años de edad, quien acaba de culminar su formación como maestra y específicamente optó por trabajar en Egalia debido a su política en materia de género.
“Cuando nacemos en esta sociedad, la gente tiene expectativas diferentes en función de si nosotros somos un niño o una niña. Esto limita los niños”, indica.
“En mi mundo, no hay un ‘mundo para las niñas’ y otro ‘mundo para los niños’, no”, agrega.
La política de identidad
El año pasado, una pareja sueca provocó un escándalo en los medios de comunicación al anunciar que había decidido mantener el sexo de su hijo, de nombre Pop, en secreto para todos menos para sus familiares más cercanos.
Hubo un caso similar hace poco en Canadá con un bebé llamado Storm.
Pero ¿no es confuso para un niño pequeño cuando se desdibujan las fronteras de género?
Es una crítica que la directora de Egalia ha oído muchas veces, pero la refuta con vehemencia.
“Todas las chicas saben que son niñas y todos los chicos saben que son niños. No trabajamos con el sexo biológico. Estamos trabajando con lo social”, expresa
El veredicto de los psicólogos infantiles y expertos en género está dividido: la mayoría apoya el objetivo, pero cuestiona los medios.
“Los sentimientos son excelentes, pero no estoy seguro de que lo estén haciendo de la forma adecuada”, dice la psicóloga británica Linda Blair.
“Creo que es un poco rebuscado. Entre las edades de tres y siete años, el niño está en busca de su identidad y parte de su identidad es su género, no se puede negar eso”, le señaló a BBC.
Obsesión con el género
Pero Suecia toma en serio las cuestiones de género y, por varios años, el gobierno ha llevado su batalla al patio de recreo.
Ahora es común ver asesores de género en las escuelas, y es parte del plan de estudios nacional luchar contra la discriminación de todo tipo.
Suecia es a menudo elogiado como uno de los países más igualitarios del mundo en este respecto, pero hay críticos que piensan que las cosas han ido demasiado lejos.
“Esta idea de la igualdad se ha vuelto tan absurda… se ha convertido en una industria realmente estúpida”, afirma la blogger sueca Tanja Bergkvist, quien sostiene que la nación tiene una obsesión enfermiza con el género.
“Los investigadores de género han convencido a los políticos que la solución a todos los problemas es una perspectiva de género”, asegura.
“Eso es muy peligroso, porque se gasta el dinero y los recursos en las cosas equivocadas”, añade.
Sin embargo, la escuela Egalia -que es financiada por el Estado- está demostrando ser popular y cuenta con una larga lista de espera.
Pia Korpi, una diseñadora de metal, y su marido Yukka, un bailarín y coreógrafo, tienen dos hijos en la escuela.
Korpi dice que ella y particularmente su marido han tenido que luchar para poder trabajar en lo que les gusta, pues sus intereses no se acomodaban a las expectativas de género, así que quieren que sus hijos se sientan libres de estas restricciones.
Korpi apunta que la mayoría de sus amigos y familiares los respaldan 100%, pero admite que algunas personas podrían no entender su elección.
“Las personas que no saben de qué se trata -y especialmente en el interior del país- piensan que es un lavado de cerebro”, agrega.
A la sueca
La idea de trabajar con los niños en preescolar -de edades comprendidas entre uno y cinco años- es ayudar a moldearlos desde una edad temprana pero muchos dudan de que haya efectos duraderos.
“Hay un mundo real ahí fuera: no podemos aislar a las personas de ese mundo real”, dice Blair.
Philip Hwang, profesor de psicología en la Universidad de Gotemburgo -que ha llevado a cabo estudios de desarrollo en niños a largo plazo- se ríe un poco cuando se habla de este modelo.
“No creo que sea nada malo”, afirma.
“Pero sería ingenuo, por decir lo menos. Es un gesto simbólico, me parece algo gracioso… ¿a quién creen que están engañando”, se pregunta.
“Es algo muy sueco en cierto sentido. Los suecos tienen una tendencia a pensar que si institucionalizan algo, cambiará automáticamente. Es el estilo sueco”, indica.
“Sin embargo, lograr efectos duraderos -cuando se trata de problemas arraigados en nuestra cultura- llevan generaciones”, concluye.