La intersexualidad, las intersexualidades

El hecho sexual humano es diverso en sí mismo. Y son las realidad trans e intersexuales las que pone en jaque el binomio sexo-género para recordarnos la belleza del polimorfismo e identidades que somos. 

Ya está en nuestro poder este maravilloso fanzine de Bernar SF, gracias a nuestra querida librería La Fuga, donde se visibilizan personajes intersexuales.

La sexuación es un continuo donde los matices están presentes. Somos cuerpos diversos y diferentes: color de piel, alturas, color de ojos o pelo, pero también a nivel cromosómico, gonadal, hormonal o genital. No hay dos cuerpos iguales, incluso, un mismo cuerpo tiene cambios a lo largo de su desarrollo que lo hace diferente en los distintos momentos evolutivos o situaciones. Desde esta diversidad debemos vernos, sentirnos, vivirnos y relacionarnos. La rigidez del binarismo nos limita como personas y como sociedad. El binarismo nos hace pensar y creer que hay sólo dos maneras de existir en el mundo, dos únicos cuerpos legítimos. Sin embargo, al igual que no hay dos caras iguales, no hay dos genitales iguales o dos iris iguales, cada cuerpo es como una huella dactilar, única e irrepetible, pero más compleja aún, puede cambiar en su propio desarrollo.

Construirnos desde la diversidad nos hace mejor sociedad y personas más saludables, felices y autónomas. Pero además es que debemos entender que es un hecho, no una creencia ni una opinión: UN HECHO. La intersexualidad, o mejor dicho las intersexualidades son variantes cromosómicas que aportan matices y variaciones en las características sexuales. No son anomalías ni enfermedades, son variantes en ese continuo, en esa diversidad que es el Hecho Sexual Humano. Como canta la Lole, “todo es de color” y no el blanco y negro del NODO. Abandonar el miedo a mi diferente, a lo homogéneo, a lo estático y rígido es la apuesta para un desarrollo saludable de la sexualidad. Abrazar la diversidad y explorar los matices es un bonito camino que podemos recorrer. Ramón, gato y primo del lince, lo tiene claro y tras su testículo perdido que nunca descendió os invita a desmontar los constructos y a mirar el polimorfismo de la naturaleza que somos y en la que estamos.

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