¿Es normal no sentir placer?

Una alumna adolescente nos pregunta, ¿es normal no sentir placer? En este texto vamos a darle respuesta.

En los talleres que hacemos en institutos y colegios a veces les sugerimos que hagan preguntas de forma anónima, para que puedan resolver esas dudas que tal vez no se animarían a decir en voz alta.

Las que veis en la foto, es uno de los papelitos que nos dio una persona con sus dudas. Las preguntas son: ¿Es normal no haberse hecho dedos aún porque no te da placer?; ¿Por qué después de haberlo hecho muchas veces te sigue doliendo cuando te la meten?; ¿Es normal que la chica no se corra al hacerlo?; ¿Es normal no sentir placer?

En estas preguntas hay mucho más de lo que dicen las palabras, y nos duele en el alma.

La cronología de estas preguntas es muy significativa y la situación que (parece ser) presenta, no es poco habitual. En este caso se trata de una chica (suponemos) de 2ºESO, pero también la encontramos en mujeres adultas y mayores.

Podemos intuir que con esas palabras también nos está diciendo: “no siento placer si me toco, así que no lo hago”; “tengo relaciones con personas en las que tampoco siento placer, es más, siento dolor y aún así, sigo teniendo esas relaciones mientras me pregunto, ¿será esto normal?, es decir… ¿me tengo que resignar a esto?”.

placer

Ya sabéis que en esa casa no somos muy amigas de la palabra normal. Sin embargo os diremos que por desgracia, este tipo de situación sí es habitual y no, no tendría por qué ser así.

Para dar respuesta a todo esto, lanzamos una pregunta ¿es casualidad que esto sea algo habitual? Pues no, señora.

Tenemos siglos de historia en los que las relaciones sexuales para las mujeres han sido relegadas al aspecto únicamente reproductivo.

Esto nos lleva a dos cosas. La primera es que se ha limitado durante años el estudio, la enseñanza y divulgación de la anatomía de la vulva únicamente a lo reproductivo, perdiendo información y por lo tanto autonomía sobre nuestro cuerpo.

Y la segunda, ha llevado a estigmatizar todo el placer que no tuviese que ver con la posibilidad de reproducción: que si el placer que viene del clítoris es un placer infantil, que si el orgasmo (el bueno, el de verdad) se tiene únicamente desde la vagina, que si las mujeres tienen “por naturaleza” menos deseo que los hombres… esas cosas.

¿A qué nos lleva todo esto a nivel de experiencia individual y relacional?

Por una parte, nos ha llevado en muchas ocasiones a sentir vergüenza o asco de nuestro propio cuerpo (o el ajeno) y por lo tanto, nos desconecta del mismo y limita las posibilidades de disfrutarlo. Os ponemos unos ejemplos. Vamos a clase de 6º de primaria, hablamos de anatomía del pene se ríen y hablan mucho sobre ello. Hablamos de la vulva y muchas de las respuestas son “¡qué asco!” y silencios; otro ejemplo es el tipo de comentarios “yo no le como el coño a una tía que sabe a pescado” o “es que con la penetración no siento nada, será que estoy mal”… os suena, ¿no?

Además, a nivel cultural también afecta, generando presión y malestar a través de la culpa. Si una mujer habla de su propio placer es una guarra, una zorra (fresca o fulana si nos vamos unos años atrás); si una mujer liga mucho también es una guarra… y así sucesivamente.

Teniendo en cuenta todo este percal, quien más quien menos ha sentido alguna vez algo parecido, problematizando más o menos la situación.Por el momento, agradecemos que ahora mismo, aunque las jóvenes sigan viviendo estas situaciones, tengan la capacidad y la libertad de poder hacerse estas preguntas, porque son el primer paso para no conformarse. Y seguiremos trabajando para ofrecer información y herramientas para que todas las personas puedan vivir su sexualidad de forma disfrutona, que finalmente, es lo que todas queremos. 

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