Érase una vez un barrio lleno de vida. Como en otros barrios, había gente grande y gente menuda, colores diferentes, calles y parques para jugar, pasear, amar y crecer, servicios públicos para atender a toda esa gente, cooperativas y asociaciones para cubrir distintos tipos de necesidades y así también cuidar y animar el barrio, e incluso el resto de la ciudad, y unas cuantas cosas más.
En ese barrio fue donde hace ya más de doce años decidió instalarse Desmontando a la Pili, con su tiendecita de productos eróticos. Poco a poco las gentes del barrio y los alrededores fueron entendiendo que eso de las Pilis era mucho más que una tiendecita. Era un proyecto de educación sexual, de asesoramiento sexológico, de psicoterapia… pero sobre todo era un sitio donde sabían escuchar y acompañar a la gente, donde la economía social y el feminismo tomaban forma, y donde los afectos eran primordiales.
De afecto en afecto, de enredo en enredo, llegaron un día las Pilis a uno de los colegios del barrio: el cole Tenerías. Como fue un gustazo trabajar con la gente de la gran familia Tenerías, cuando el cole les pidió propuestas para su programa de aprendizaje-servicio, se pusieron a pensar, dale que dale, hasta que se les ocurrió una manera de que las y los peques del centro pudieran participar de la vida de la cooperativa.
Y así como llegamos, nosotras Las Pilis, al cole con un sí en los labios a su invitación de enredo, ellas, a su vez, nos recibieron con otro sí bien alegre. La gente menuda del Tenerías haría manualidades para adornar el barrio aprovechando los escaparates navideños.
Aquel barrio lleno de vida sigue siendo un sitio donde el pequeño comercio tiene un papel esencial en mantener los vínculos, ofrecer servicios, atender de modo personalizado, hacer de las calles lugares más alegres y seguros, generar empleo de calidad, y tantas cosas más.
A veces damos por sentado cosas que tenemos, pero conviene no olvidar que ese pequeño comercio depende en gran parte de su clientela.
¿No es muy bonito saber que podemos contribuir a que esa historia tan linda siga añadiendo capítulos, en lugar de irse apagando lentamente?
Cuando elijas dónde quieres hacer tus próximas compras, procura ser consciente de lo que supone destinar el dinero a un sitio o a otro. Comprar en tu barrio o en el pequeño comercio implica alimentar vínculos, crear barrio, empoderarnos de las calles, alegrar las ciudades, colaborar con la educación de infancia, sostener proyectos chulos, y un buen puñado de cosas más. La idea de pensar globalmente y actuar localmente que creemos que puede ayudar a cambiar el mundo va también de esto: de llenar tu cesta de la compra de placeres o de lo que tú quieras… priorizando el pequeño comercio.
En estos días tan especiales… Tú decides.