El pasado 20 de julio, desde Desmontando a la Pili y en colaboración con el Colectivo por la Diversidad Sexual Towanda, se organizó una charla sobre vulvalución en compañía de Liz Cabrel, una activista feminista y lésbica, que vino a Zaragoza para presentarnos unos proyectos que se están realizando en Perú. Por un lado, Musas Perú, una iniciativa de mujeres que trabajan la salud sexual y reproductiva, y, por otro, vulvalucion.org, un proyecto donde a través de la palabra vulva se trabaja el empoderamiento sexual y el fomento del desarrollo económico, bajo principios de Comercio Justo, de mujeres construyendo artesanalmente unas vulvas de tela, conocidas como “las sagradas vulvas andinas”.
Al menos la idea inicial era esa, una charla interesante en una tarde calurosa de verano. La cuestión es que la tarde terminó siendo algo diferente a lo que nos habíamos planteado en un principio. Como estábamos en julio, se nos ocurrió aportar a la charla el sabor de un refrescante mojito.
Comenzamos como, ante cualquier charla, con la ilusión y la seriedad que se merecía el evento. Una vez que tomó la palabra Liz, la ponente, comenzó lo que para nosotras ha sido una tarde sorprendente. Dentro de sus primeras palabras salió la temida frase de “vamos a hacer unas dinámicas”. En ese momento, se creo un cierto silencio y nuestras caras reflejaron sorpresa y, cómo no, vergüenza. Ya, antes de comenzar, varias de las personas que venían ilusionadas por el proyecto, preguntaron, “¿no será interactivo ni participativo?”. Es curioso cómo, aún, asistir a un espacio de interacción donde el tema central es la sexualidad nos genera cierta inseguridad. La verdad es que para nosotras fue aquel cambio, una sorpresa.
En un primer momento, nos presentamos con una sagrada vulva andina en la mano y decíamos alguna frase o palabra en relación a la vulva. Desde la tensión, fuimos cada una de las personas que estábamos en la sala, diciendo nuestro nombre y nuestra frase. Gracias a la generosidad de Lis Cabrel y, para qué negarlo, el efecto de los mojitos, el clima se fue relajando hasta crear un espacio de confianza y seguridad donde, desde la risa y la comprensión, se compartieron experiencias, buenas y no tan buenas, y se debatieron algunos temas cómo la necesidad de la autoexploración o sobre categorías e identidades.
Si somos sinceras, no esperábamos una tarde cómo aquella y los mojitos fue una dulce casualidad de última hora, no una elección premeditada para relajar el ambiente.
Para nosotras, proyectos como Musas Perú o vulvalución, iniciativas de mujeres que parten del derecho al acceso a la información sexual, que otorgan un papel activo a las personas sobre su cuerpo y su salud o que tienen un enfoque feminista y desde la diversidad afectivo-sexual, nos afirman aún en nuestro proyecto y nos aportan herramientas para trabajar la sexualidad desde perspectiva integral de la sexualidad y para la creación de nuevos mercados bajo principios éticos y sostenibles.
Por ello, queremos agradecer a todas las personas que participaron, a la experiencia de Liz Cabrel, a la colaboración de Towanda, a la acogida del Espacio Treziclo y al efecto refrescante de los mojitos. Ha sido una experiencia que nos hace afirmarnos, aún más, en la búsqueda de lugares, espacio o eventos donde hablar de sexualidad sin miedos, con respeto y desde la alegría.