“Hemos abierto nuestra relación de pareja después de varios años, pero no sé muy bien cómo gestionarlo y nos estamos haciendo daño”
‘”Gracias a que nuestra relación no es de exclusividad hemos crecido mucho como pareja”
“Quiero ser capaz de tener relaciones poliamorosas y disfrutarlas”.
No sabemos si es que el poliamor se ha puesto de moda recientemente, o si siempre lo estuvo y ahora simplemente hablamos más sobre ello, o qué pasa exactamente. El caso es que vemos que últimamente este tema da muchos quebraderos de cabeza y queremos reflexionar un poco sobre ello.
La gestión de las relaciones no convencionales es bastante más complicada de lo que pueda parecer al inicio. El mundo de las relaciones de pareja y los amores es complicado y cuantas más pistas tengamos para poder entendernos mejor, más podremos disfrutar de todo ello.
Algunas aclaraciones para empezar: vamos a entender que cuando decimos romántico es la parte afectiva de una relación y cuando se nombra lo no romántico es la parte sexual. Exclusividad hace referencia a cerrado, (frente a no exclusividad = abierto). Explicaremos (simplificando) algunos conceptos, parafraseando a nuestra compañera Roma de las Heras, una sexóloga feminista que aporta una mirada siempre constructiva a la hora de “repensar el amor”.
Relaciones abiertas. En estas relaciones existe un acuerdo de exclusividad en la parte afectiva y está abierta la parte sexual con otras parejas. Esta apertura en las experiencias sexuales con otras personas puede darse de varias maneras: puntual o habitualmente.
A diferencia de una relación abierta, en el poliamor hay una apertura tanto en la parte romántica o afectiva como en la parte sexual. Es decir, se pueden tener varias relaciones afectivas y/o sexuales simultáneamente con plena conciencia por parte de todas las personas involucradas, y no existe una jerarquía de una relación sobre otra.
Por último, la anarquía relacional pone el foco en cuestionar el privilegio que culturalmente se ha otorgado a lo romántico (afectivo) frente a lo no romántico (sexual) a la hora de hablar de las relaciones amorosas. Hemos interiorizado que aquello que define una relación amorosa, sí o sí tiene que ser que haya un componente romántico. La anarquía relacional es aquella donde las relaciones no están diferenciadas entre lo romántico o no romántico; no diferencia entre lo afectivo y lo sexual. Te vinculas a personas y cada relación es diferente y tiene sus propias características.
Para poder establecer relaciones – del tipo que sean – lo más satisfactorias posible es necesario entender cuál es nuestro punto de partida y los condicionamientos sociales en los que nos movemos y que nos afectan, aunque luego podamos prescindir de ellos o reformularlos.
*Ilustración de Nuria Frago para Pikara Magazine
¿Cuál suele ser nuestro punto de partida para establecer relaciones? Una mezcla de…
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ideales románticos
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analfabetismo o bloqueos emocionales
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desigualdades entre hombres y mujeres
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distintas expectativas
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muy diferentes niveles de autoconocimiento
Aunque también es verdad que cada vez más personas, a la hora de diseñar otro modelo amoroso, piensan en términos de reconocimiento, reciprocidad y redistribución.
¿Y qué solemos entender por “amor”?
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Deseo de intimidad
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Cierta idealización de la otra (u otras) persona
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Erotización
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Deseo de perdurabilidad, de compromiso o de compartir proyectos
Pensar en estos aspectos por separado nos puede ayudar a entender qué deseamos en nuestras diferentes relaciones y qué estamos dispuestas/os a ofrecer. Todo esto teniendo en cuenta que a la hora de construir nuestros vínculos amorosos cada persona cargamos nuestra propia mochila, con nuestras dificultades y potencialidades.
Por último, algunos consejos que pueden servir a la hora de establecer relaciones abiertas o poliamorosas:
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Conócete a ti misma/o: debes saber qué es lo que deseas y necesitas y cuáles son tus límites. Cuando tienes que tomar una decisión, una buena pregunta puede ser “¿para qué necesito esto o para qué voy a hacer esto?”. Es importante que construyas la respuesta desde tu deseo, no desde el de la otra persona o desde los miedos.
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Poner en el centro los cuidados: tanto hacia nosotras/os mismas/os como hacia la o las otras personas. Las relaciones tienen que podernos aportar y sumar, no limitar ni restar. Enfoca las cosas para estar lo mejor posible, porque eso sí que es amor.
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Es imprescindible que haya una buena comunicación y sinceridad; en primer lugar contigo misma/o, y luego con el resto. Una comunicación efectiva y afectiva, al fin y al cabo.
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Cuantos más claros estén los términos del contrato que acordéis, menos conflictos y malestares habrá: sirve especificar cosas como qué podéis y qué no podéis hacer con otras personas, qué es lo que os contaréis y qué no, qué tipo de compromiso estáis dispuestas/os a asumir con cada quien, etc. En este sentido, hay una buena guía para plantearos preguntas en www.golfxsconprincipios.com.