Cierra los ojos y repite varias veces: placer, placer, placer. Habrá quien piense en un momento de relax en un lugar paradisíaco, quien se imagine su plato favorito, quien evoque el disfrute a través del propio cuerpo, quien fantasee con la pareja deseada… la lista de placeres es, afortunadamente, muy larga. Y sin embargo, ¿por qué a veces relegamos el placer a un rincón tan pequeño de nuestras vidas y lo vamos dejando para otros momentos? “Cuando tenga vacaciones”, “cuando llegue el fin de semana”, “cuando encuentre pareja”, “cuando…”. Nuestra invitación de hoy puede parecer osada o acaso frívola, pero consideramos que es más que necesaria: ¡placer a tutiplén, para todas, para todos, aquí y ahora!
Mejor aún, hablemos de placeres, ya que no hay uno único ni a toda la gente le sirve el mismo.
Hablar de placeres es hablar de salud, dado que ésta no es sólo la ausencia de enfermedad, sino el logro de nuestro bienestar integral, completo. Todas las personas tenemos derecho al placer; pensar y dedicarle algo de energía a nuestro propio placer nos hará sentir más a gusto con nosotras/os mismas/os, comunicarnos mejor y estar en más armonía con lo que nos rodea.
Además, el placer se puede entrenar, y cuanto más placer sentimos y proporcionamos más placer vendrá a nuestras vidas. ¿Cómo entrenarlo? Eso os lo contamos en otro momento.