Ayer 6 de agosto del 2014 estuvimos «desmontando» el pueblo de Lacorvilla, en la bonita comarca de Luna. Una experiencia enriquecedora para ellxs y para nosotras.
La asociación cultural de dicho pueblo montó justo antes de las fiestas patronales dos talleres para trabajar la sexualidad (reuniónes tuppersex). Uno para mujeres y otro para hombres. Al mismo tiempo pero en espacios diferentes.
Se volcó el pueblo entero. Es el último pueblo de la carretera, más allá no hay nada. Se podría suponer que al estar algo aislado es un pueblo cerrado. A nosotras no nos lo pareció. Un pueblo que programa un taller de educación sexual como actividad cultural para ambos sexos y acude casi todo el pueblo es un pueblo que puede estar muy orgulloso de sus habitantes.
Cuando llegamos estaban todxs esperándonos. De hecho, parece que la puntualidad no es el fuerte del pueblo, y sin embargo estaban muy puntuales esperando nuestra llegada. Tenían ganas de ver que íban a escuchar y a conocer, pero sobre todo, ganas de saber qué es lo que iba a pasar en la reunión del otro grupo.
Taller de educación sexual (reunión tuppersex)
En ambos grupos las edades iban entre 20 años y 65 años, aproximadamente.
Al ser un pueblo pequeño, en en grupo de las chicas se juntaron madres/ hijas/ nueras/ suegras/ hermanas/ abuelas/ tías/ primas… En el de los chicos…padres/ hijos/ yernos/ suegros/ hermanos/ abuelos/ tíos/ primos. Fueron dos reuniones tuppersex llenas de complicidad como bien os podéis imaginar. También la vergüenza estuvo presente, claro. Pero eso no impidió que el desarrollo de las mismas fueran de menos a más en cuanto a conocimiento, risas, chascarrillos y diversión.
Hablando con la junta de la asociación cultural nos dijeron que uno de los motivos que les había llevado a hacer los talleres era que la gente por un momento pudiera desconectar de «hijxs» y/o de otro tipo de responsabilidades, y tuvieran un espacio para ellxs mismos y llevarse a casa algo más que una manualidad. Valoraban que no sólo es importante hacer actividades para criaturas o para las personas mayores sino también para las edades intermedias que muchas ocasiones quedan olvidadas.
Nos lo pasamos muy bien. No nos pudimos quedar a la cena mexicana, pero seguro que las conversaciones tras nuestra marcha animaron aún más la rica cena.
Muchas gracias al pueblo de la Corvilla por su acogimiento y sus risas. ¡Volveremos!