El hecho sexual humano implica diversidad. Por lo tanto la diversidad forma parte de cualquier experiencia de manera innegable. Esto es algo que ya hemos dicho y seguiremos repitiendo las ocasiones que hagan falta. Del hecho sexual humano parten nuestros cuerpos, nuestras identidades y las formas de expresarlas, también las orientaciones del deseo que desarrollamos y las pequeñas cosas que nos hacen ser particularmente nosotras/os. Todo ello se ve atravesado por el paso del tiempo y la experiencia, que nos va transformando, para hacernos un yo distinto en cada etapa de nuestra vida.
Si la diversidad forma parte necesariamente de todas las personas, ¿no sería lógico que todas las formas de ser y sentir estuvieran arropadas bajo los mismos derechos?
Aunque la respuesta es evidente, la realidad es que, actualmente, en muchos lugares del mundo, la respuesta está siendo un contundente y cruel no. Con diferentes consecuencias que complican la existencia a muchas personas. Porque aunque todas las personas seamos diversas, no todas las diversidades son consideradas de la misma manera. Algunas, se asumen, se sobrentienden y se premian. Mientras que otras, se esconden, sorprenden, se niegan o se castigan. Tristemente, nos envuelve un momento social que niega un hecho y arrebata o quiere arrebatar lo logrado en el reconocimiento a la diversidad. Se demuestra entonces que no podemos dar por sentado que estos derechos vayan a seguir siendo reconocidos y que la diversidad siga siendo reconocida. Es por eso que nos toca luchar.
La diversidad del hecho sexual humano está presente existan o no derechos que la reconozcan. Sin embargo, estos derechos son necesarios para que todas las sexualidades se puedan sentir de manera gratificante, y que las experiencias que se van viviendo estén alejadas de estigmas, prohibiciones, secretos y miedos. Por lo tanto, es necesario que a nivel cultural y social, la diversidad sea reconocida como lo que es, un valor. Algo que existe y enriquece. Así, todas las formas de ser y sentir puedan ser expresadas con libertad, alegría y disfrute.
El orgullo LGTBI nació como un grito ante una necesidad, la necesidad de existir sin armarios que cubran lo que somos y lo que sentimos. Este 28 de junio, recuperamos el grito y luchamos por los derechos que vemos peligrar. Porque el sexo, nuestra forma de ser, de sentirnos y de expresarnos, es algo que aunque no guste, jamás se podrá arrebatar. Porque el ser es un hecho y desde ahí hacemos del orgullo, protesta con fuerza, alegría y sin miedo.
La humanidad necesita el reconocimiento de la diversidad, porque negar la diversidad es negar la propia humanidad.
Vamos a por un 28J reivindicativo y también disfrutón, por qué no.
Una de las cosas más importantes para la buena vivencia de la sexualidad de todas las personas es el respeto a la diversidad, te animamos a conocer nuestros talleres y formaciones sobre educación sexual, donde tratamos la comprensión y el respeto a la diversidad. También puedes seguirnos en redes, para conocer más sobre nosotras.