¿Es posible que hayamos perdido el deseo como quien pierde las llaves de la bicicleta? ¿Mi deseo… se ha podido evaporar?
Empecemos por explicar qué es exactamente aquello que siento que he perdido. El deseo sexual es un sentimiento que nos mueve hacia algo que nos apetece. Se trata de un impulso que nos motiva para conseguir algo. Cuando deseamos una cosa, sentimos ganas de ir a buscarla. Si algo me causa interés me va a generar deseo. Un estímulo atractivo llama nuestra atención y seguramente nos activa y estimula. El deseo es satisfacer algo que nos gusta, que queremos o que anhelamos. Por eso decimos que todo el mundo tiene deseo. Muchas veces sabemos qué es lo que deseamos pero no nos lo permitimos por vergüenza o miedo. Por ello, podemos empezar por preguntarnos realmente: ¿sé qué deseo? O incluso… ¿me permito desearlo?
Según la RAE (Real Academia de la Lengua) el deseo es “ese movimiento afectivo hacia algo que apetece”. Desde esa afirmación podemos continuar pensando: ¿soy capaz de saber qué me es placentero y qué necesito o me gusta?
Todo el mundo tiene deseo; es solo que hay que encontrar qué es aquello que deseo o me gusta. Se trata al fin y al cabo de convertirnos en personas exploradoras. Así que ponte el traje para salir a explorar y encontrar tu deseo. Pilla la lupa que vamos a aprender a mirar nuestra sexualidad.
Aunque a veces nos gustaría encontrarla… la experiencia nos dice que no hay una receta universal que le sirva a todas las personas por igual. A cambio, podemos afirmar que realmente el deseo está en uno/a mismo/a y se puede conectar con él entrenando la capacidad de escucha y de mirar para dentro. Es decir, de respondernos a las preguntas anteriores.
Para ponernos manos a la obra con la tarea de exploración, queremos darte algún consejo. Para ello hemos preparado un pequeño decálogo. Son diez puntos que nos pueden ayudar para entrenar la sexualidad y descubrir nuestro deseo. La idea es: parar, mirar y sentir. El deseo no está fuera, se siente dentro. Así que vayamos al cuerpo.
- El deseo se tiene que regar como una planta. No aparece de la nada. Como cualquier ser vivo, necesitamos de cosas que nos nutran.
- Se desea aquello que nos da placer. Si algo no es placentero, será difícil que lo deseemos. ¿Por qué no buscar aquello que me gusta e incorporarlo a mis juegos eróticos? Por ejemplo, si te gustan los besos y facilitan que te excites, ya sabes: ¡a besar!
- Seducir al deseo. La rutina sexual es poco motivante. Buscar nuevos retos sexuales, jugar con más partes del cuerpo o usar la imaginación, no sólo estimular los genitales, puede ser muy divertido y seguramente despierte nuestro interés, es decir, nuestro deseo. Si sentimos que algo es interesante, nos resultará atractivo y estimulará el deseo.
- El placer es muy diverso. No todo tiene que ser intenso y explosivo. El placer no va ligado sólo a la excitación y al orgasmo. Permitirnos otras sensaciones placenteras puede estimular la libido.
- El deseo es como la comida. Aprendemos a saborear y a apreciar las comidas. Parando, oliendo y saboreando. Con la sexualidad pasa algo parecido. Se trata por tanto de explorarnos y explorar otros cuerpos sin exigencias, simplemente sintiendo y escuchando.
- Conectarnos con nuestro cuerpo. Conocernos es la base para saber qué nos gusta. Para conocerme tengo que parar, mirar y tocar. Así que la masturbación y acariciarnos puede ser una buena manera de empezar. Nuestro cuerpo cambia, y con él, el deseo también.
- El deseo no desaparece, cambia. Lo que pasa es que muchas veces no lo sentimos porque buscamos lo anterior y entonces tenemos la sensación de que ha desaparecido. Puede que cambie la intensidad del deseo o el objeto de deseo. Ayer me gustaba una cosa, y hoy resulta que me gusta otra.
- Una buena autoestima estimula nuestro deseo. Cuando no estoy a gusto conmigo mismo/a es fácil que el deseo lo mandemos de vacaciones y nos cueste encontrarlo. La posibilidad de ponernos en valor y amar aquello que somos nos abre las puertas al deseo.
- Sentir realmente que la sexualidad es fuente de salud. No avergonzarnos, quitar miedos, cuestionar muchas de esas ideas de cómo tiene que ser mi cuerpo o mi sexualidad, son factores que permiten encontrarnos con el deseo.
- Permitirnos pedir.”Ay, qué vergüenza! Cómo lo voy a decir a mi pareja que haga esto o haga lo otro!”
Esperamos que estos pequeños consejos te ayuden a reconectar con tu deseo si lo tenías un poco perdido o querías aumentarlo. Si prefieres venir a hablar con una de las sexólogas sobre tu caso recuerda que el servicio de la asesoría sexológica está a tu disposición, es gratuito y confidencial, y que puedes venir en solo/a o en pareja. A veces una ayuda externa y profesional puede ser de gran ayuda para avanzar en estos temas.
Lurdes Orellana y Victoria Tomás.
Asesoría Sexológica del CIPAJ y de la Universidad de Zaragoza
Si quieres saber más sobre el deseo, compartir reflexiones y dar espacio a tus dudas, mientras buscas herramientas para encontrarlo y tienes entre 14 y 30 años, vente con nosotras al encuentro “Hablamos D: En busca del deseo perdido” que será en la Casa de los Morlanes el día 31 de enero a las 17h.
CIPAJ, Centro de Información Juvenil. Casa de los Morlanes. Plaza San Carlos, 4. 50001 Zaragoza.