Las personas, seamos como seamos, tenemos la enorme ventaja de ser seres corporales. Somos cuerpos, y como cuerpos, experimentamos a través de éste. A través de nuestros sentidos y sentimientos nos emocionamos, sensamos (sensaciones), gozamos, nos enamoramos, y también nos desagradamos, nos desenamoramos… es decir, nos compartimos. Nos hacemos y nos deshacemos continuamente, como dice Judith Butler: El cuerpo es «el lugar donde <<el hacer>> y el <<ser hecho>> se tornan equívocos.»*
Todo esto lo entendemos como sexo y eso quiere decir que al igual que no «tenemos un cuerpo», sino que somos cuerpo, tampoco «tenemos sexualidad», puesto que la sexualidad no es un atributo que poseemos, sino que somos a través de ella, o mejor dicho, somos sexuadxs.
Ser conscientes de esto nos agencia y nos da la oportunidad de poder desarrollarnos, o cultivar aquello positivo que nos da nuestra sexualidad, lo que nos gusta de lo que somos y lo que nos hace disfrutar.
El problema es que muchas veces, a causa de la mercantilización constante de la vida, no tenemos la capacidad de cuidarnos en este sentido, ya que prima la productividad, lo palpable, llevándonos a la prisa. A causa de ello, desatendemos nuestro cuerpo (nuestras experiencias corporales), nuestra sexualidad, y los cuidados de ambas. Además, el poner la productividad en el centro de la vida nos lleva también a desatender el entorno que nos rodea, que pasa a ser también elemento de producción, por ejemplo, a través de explotación de recursos naturales, el turismo, etc.
Todo esto nos lleva a plantearnos nuevas formas económicas que nos permitan mantenernos de una manera más responsable con la propia vida y que nos permitan a la vez generar espacios para otorgar(nos) los cuidados necesarios para desarrollarnos y crecer en todos los sentidos, también, por supuesto, desde nuestro ser sexuadx. Y esto es lo que estamos construyendo desde Desmontando a la Pili y desde toda la red de Economía social y solidaria.
Por eso, nosotras vendemos solamente productos que nos cuiden y que cuiden nuestro entorno. La crema solar ecológica de Eco Cosmetics es uno de ellos. Se trata de una crema de protección física, no química, es decir, se compone de partículas blancas muy finas que reflejan la luz del sol actuando como pequeños espejos.
Contamos con diferentes tipos de estas cremas, todas respetuosas con el cuerpo y con los organismos acuáticos, puesto que no es contaminante. De factor 30 , de factor 30 para pieles sensibles, e infantiles de factor 45 y de factor 50 para pieles sensibles.
Están elaboradas de forma vegana, con protectores minerales que no tienen ningún efecto negativo en nuestra piel y está libre de óxido de zinc y sin nanotecnología. Contiene además aceites con efectos hidratantes y antioxidantes que protegen la piel.
Os dejamos aquí el enlace para ir a ver una de estas cremas en nuestra tienda online.
La piel es el órgano más grande de nuestro cuerpo, por el que recibimos muchísima información del exterior, también es uno de los medios más potentes para conocernos a nosotrxs mismxs y el principal para descubrir nuestros gustos en la erótica; desde luego se trata de uno de los sentidos más placenteros. Por eso merece la pena cuidarla, y si a la vez que cuidamos de nuestra erótica cuidamos también el medio y nuestro modelo económico, estaremos apoyando toda una red de cuidados y transformaciones para lograr una vida sostenible y que merezca la pena ser vivida.
*Butler, J. Deshacer el género (2003).