Cuatro propósitos para mejorar tu erótica

Entre los muchísimos mitos que hay en torno al sexo y sus maneras de entenderlo y vivirlo, uno muy arraigado es que la creencia de que la gente sabemos «naturalmente» disfrutar sexualmente, sin que nadie nos enseñe. Sin embargo, eso no es cierto, y pensarlo así nos da muchos problemas. Disfrutar del sexo es algo que se aprende y que, por tanto, se puede mejorar.

Antes de seguir con este tema, es importante recordar que cuando hablamos de sexo no solo estamos hablando de coitos, ni de cosas que hacemos con nuestros genitales, sino de algo mucho más amplio. Hablamos también de cómo ese cuerpo sexuado que tenemos evoluciona y de las cosas que sentimos asociadas a él. Hablamos de cómo nos comunicamos a través del cuerpo con otros cuerpos que también son sexuados, y de las emociones que eso genera. Ahora sí, una vez que hemos ampliado la mirada y que ya sabemos que «sexo» es un concepto tremendamente amplio y rico, vamos allá con nuestras sugerencias para recorrer ese camino de aprendizaje sexual.

Conocerte

Ya sabes lo que se dice: «conócete a ti misma/o». ¿A qué hace referencia en este caso?

En primer lugar a que es importante saber cómo funciona tu cuerpo, los cambios que se producen en él, cómo es, etc. ¿Sabes cómo es exactamente tu vulva? ¿Cuántos orificios hay y cómo funciona cada uno? En el caso de los genitales masculinos es mucho más fácil, porque están a la vista, pero las mujeres a menudo tienen dudas sobre esa parte tan importante de sus cuerpos.

Es fundamental también saber lo que te gusta y lo que no, lo que deseas, tus necesidades. Y para saber lo que nos gusta hay que ir probando, pero también hay que pararse a pensar un poco y ser honesta/o con una/o misma.

Objetivo: placer

El placer es bueno en sí mismo: es saludable y nos aporta múltiples beneficios, pero a veces lo consideramos como un objetivo «de segunda», porque nos parece frívolo o poco relevante. Os invitamos a considerar el placer como un objetivo de primera categoría y promoverlo como estrategia de salud y de calidad de vida.

¿Para qué tenemos relaciones eróticas? Uno de los grandes motivos es que las tenemos para obtener placer. Y, sin embargo, a veces hacemos cosas que en realidad no nos gustan mucho. ¿Por qué? Puede haber muchos motivos: porque no sé cómo explicarle a mi pareja sexual que tiene que cambiar algunas cosas que hace y no me gustan, porque no me reconozco a mí misma/o el derecho a sentir placer, porque siento algún bloqueo que interfiere, etc. Ante cualquiera que sea el motivo que bloquea el placer en nuestra erótica, seguro que podemos hacer algo para desbloquearlo, pero habrá que proponérselo y trabajar en ello.

Ampliar la erótica: uso de cinco sentidos

Ya hemos dicho que el sexo no es sólo el coito, y no ocurre sólo en los genitales. Nunca insistiremos lo suficiente: salir de ese mandato del coito y explorar otras prácticas eróticas puede ser muy divertido y abrirnos puertas interesantes.

Si hacemos uso de nuestros cinco sentidos para comunicar y disfrutar, podemos ampliar esa mirada erótica de manera que nos resulte más enriquecedora. Podemos estimular nuestra imaginación a través de aromas y olores agradables, jugar a acariciar con diferentes texturas e intensidades, escuchar música que nos encienda o susurrar palabras que nos resulten excitantes, mirar imágenes o películas inspiradoras, introducir los sabores en nuestro juego erótico. Hay un sinfín de posibilidades a la hora de jugar con los sentidos y que nos sirvan de guía para profundizar en nuestro aprendizaje del placer.

Hablar de sexo

Es necesario que hablemos más de sexo. No en el tono en el que habitualmente se hace, sino intentando ir un poco más lejos y entender sus porqués, intercambiar experiencias y normalizarlo como un aspecto más de la vida del que se puede hablar sin pudor. Mantener nuestras dificultades sexuales en silencio, como muy a menudo sucede, no ayuda a encontrar posibles soluciones o propuestas de mejora. Muchos de los aprendizajes que realizamos son por observación o a través de las experiencias de otras personas. Piensa en cómo suele aprender la gente a cocinar, por ejemplo: hay algunos profesionales, pero la mayoría de gente aprende cocinando, guiados por consejos de gente que ya sabía cocinar (nuestra madre o padre, el compañero de piso, la amiga cocinicas, etc.), intercambiando recetas y truquillos de cocina. Piensa ahora si el sexo funcionara igual que la cocina, cómo sería todo mucho más fácil: habría oportunidad de hablar de ello con naturalidad, de recomendarnos ingredientes y recetas unos/as a otros/as, y nos ahorraríamos mucho ensayo y error, que es lo que nos pasa ahora con el sexo. Y es que como lo tenemos castigado en el cajón del silencio no aprendemos de los errores y aciertos de las demás personas, y repetimos una y otra vez lo mismo. Por eso invitamos a que la gente se quite la vergüenza y empiece a hablar de sexo. Claro que siempre habrá una parte que preferiremos dejar para nuestra intimidad y privacidad, pero seguro que hay otra parte que se puede compartir de manera que sirva para que otras personas aprendan y generar socialmente un discurso más abierto.

Sabemos que cualquiera de estas sugerencias puede causarnos conflictos. Si sientes algún malestar y deseas que te orientemos en tu caso ¡estamos a tu disposición!