El cuerpo es una maravillosa máquina con un funcionamiento y un potencial increíble. Toda la información que un cuerpo recibe es procesada en tres niveles: cognitivo, emocional y sensoriomotriz. La cuestión está en que estos tres niveles no los tenemos en línea y cada uno va por su lado.
Las personas por regla general tenemos un nivel de procesamiento más desarrollado que otro, y de lo que se trata es de poner los tres en el mismo plano para así procesar la información por completo, evitando que uno de ellos esté al frente y entonces nos cueste entender qué nos ocurre. Culturalmente, se nos educa en priorizar el procesamiento cognitivo y tenemos dificultad en atender y entender aquello que sucede en el plano emocional, sensorial o en los movimientos. Es decir, tenemos habilidades para pensar e interpretar pero no somos capaces de poner conciencia plena en las sensaciones y movimientos corporales, o en ver cómo las emociones nos atraviesan. El cuerpo no sólo hay que pensarlo, sino que hay que sentirlo. Hay otras personas que tienen más desarrollado el plano emocional o el sensoriomotriz pero tienen ciertas dificultades en interpretar o analizar cognitivamente aquello que les pasa. Lo ideal es ser capaces de integrar esas distintas maneras de relacionarnos con el propio cuerpo: adquirir conciencia plena.
La relación que tenemos con nuestro cuerpo está muy vinculada a nuestra biografía y al contexto que habitamos; por eso solemos estar muy desconectadas del cuerpo y a menudo tenemos unas relaciones difíciles con él. La educación que hemos recibido, cómo han sido nuestros vínculos familiares y todos los mensajes sociales, son ingredientes para nuestra ensalada que van a dar el resultado de la vivencia corporal y del procesamiento de la información. Pero además hay otros aspectos que también nos influyen en cómo nos relacionamos con él:
- La falta de información de calidad y útil sobre los cuerpos, tanto propios como ajenos. Por ello, es importante conocer su funcionamiento y su potencial.
- Las presiones sociales que recibimos constantemente desde muchos sitios, que nos limita y sesga la manera de vivirlo y sentirlo.
- La hipersexualización existente en la sociedad, que marca patrones rígidos y sesgados.
- La normatividad impuesta que dicta cómo deben ser los cuerpos socialmente aceptables y deseables, sin abarcar la diversidad real que existe.
- La falta de modelos o referentes positivos necesarios para la construcción de la identidad y la autoestima.
Vamos entonces a buscar maneras para ir al cuerpo. Os proponemos algunas sugerencias que podéis poner en marcha para mejorar la relación con el cuerpo:
- Primero, entender cómo se vive desde nuestra biografía, para así comprendernos.
- No comparar nuestro cuerpo con el de otras personas. Aunque miremos el resto de cuerpos, intentemos que sirvan de referencia pero no de autocastigo, donde la crítica se pone al mando y al final nuestra propia imagen termine por los suelos. Soy una persona única y valiosa y mi cuerpo está muy bien así como es.
- No emitir juicios hacia los demás cuerpos: la diversidad corporal en toda su magnitud es una realidad y es mucho mejor si la entendemos y aceptamos. Recuerda que no somos clones sino seres diversos que hace de la vida algo más divertido.
- Reconexión corporal: atender al cuerpo con curiosidad, sin exigencias y escuchar lo que en él sucede desde la conciencia plena y la validación sin juicios. Verás su magnitud en todas sus dimensiones. Como decíamos anteriormente, el cuerpo es una máquina compleja y maravillosa que tiene información valiosa para vivir.
- Cuidarlo: dormir, comer bien, expresar emociones, reaprender a respirar, mirarlo, conocerlo, respetarlo, hacer respetar sus límites y darle placer (abrazos, caricias, excitación, etc). Piensa que es el compañero que siempre nos acompañará y que día a día nos aporta mil cosas. Hazle algún regalo, se lo merece.
De lo que se trata es de que seamos capaces de entender el cuerpo simultáneamente desde los pensamientos, emociones, sentidos y movimientos. Para ello, hay que ir al cuerpo, escucharlo y entenderlo, como si de una orquesta filarmónica se tratara y que poco a poco vas sabiendo diferenciar cada instrumento y su melodía. Imagina que es una amiga/o con la que hace tiempo que no te llevas y que hay ciertas tensiones, para resolver y acercarnos, hay que ir dando pasitos, con buena intención y con el querer encontrar lugares comunes. Ir al cuerpo, comenzar a conectar, supone poner conciencia plena e ir agudizando para así conocer toda la información y su potencial. Y de que tomemos conciencia de que es posible mejorar la relación que tenemos con nuestro cuerpo, y que eso nos ayudará en todas las demás facetas de la vida.
Cuidar el cuerpo es un derecho, relacionarnos con él desde un porque lo valgo.
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Victoria Tomás Gutiérrez
Lurdes Orellana Cubiles