Emma Goldman decía «¿Acaso el amor puede ser otra cosa más que libre?»
Y no se refería (al menos no sólo) al concepto que tenemos actualmente de relaciones abiertas. Nos gusta mucho Emma, entre otras cosas, porque tenía muy claro que el amor nace desde el (auto)cuidado, el conocimiento y el respeto.
El cuidado, porque cuando amamos a alguien queremos su bienestar, y su crecimiento (a la par que el nuestro) y por lo tanto, cuidaremos a esa otra persona (en la medida que nos sea posible y sano) para fomentar que estemos bien y que crezcamos juntxs.
El conocimiento, porque no se puede amar a una persona sin conocerla, nos vamos sumergiendo en el amor conforme vamos conociendo, y conforme vamos conociendo a lx otrx, nos vamos conociendo a nosotrxs en relación, en intimidad. Descubrimos y nos descubrimos, descubren y nos descubren.
El respeto, entendido como su forma más léxica, del verbo en latín «respicere» mirar. Se trata de ver a la persona tal cual es, y conociendo su individualidad única, dejar que crezca y se desarrolle de esta manera, y así, no intentar cambiarla hacia como me gustaría que fuese o hacia como necesito que sea. Es decir, sin dominar, pudiendo caminar cada unx, sin lx otrx como muleta.
El respeto sólo existe sobre la base de la libertad, el amor es hijo de la libertad, nunca de la dominación.
Pilis y Pacos: Si amáis, amad libres.