La bicicleta verde, cine feminista

La bicicleta verde, primera película dirigida por una mujer en Arabia Saudí.

Nos ha encantado!! La recomendamos al 100%. Tierna, divertida y muy muy potente! Nos ha enamorado que la directora utilice la bicicleta como símbolo de la lucha por los derechos y el empoderamiento de las mujeres en Arabia Saudí.

Si quieres ver el trailer pincha aquí.

A continuación os dejamos la crítica de Alicia Huerta, Periodico digital “EL Imparcial”, 30-06-2013:

“Se trata de la ópera prima de la directora árabe Haifaa Al-Mansour y retrata la realidad de la mujer en la cultura de su país, Arabia Saudí, desde la perspectiva de una niña de diez años que quiere, a toda costa, tener una bicicleta.

 

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Sin embargo, que una niña monte en bicicleta no está permitido por la sociedad tradicional islámica, así que la protagonista, Wadjda, tendrá que superar muchos obstáculos si quiere cumplir su sueño de competir con su amigo Abdullah -en realidad, una niña tampoco debería jugar con chicos- en una carrera de bicicletas. A sus diez años, Wadjda, a quien da vida una expresiva y audaz Waad Mohammed, no sólo posee la infinita decisión que llevan los sueños a la edad de diez años, sino que, además, es lo suficientemente sagaz para darse cuenta de que, en ocasiones, cuando el enemigo es muy poderoso, resulta más efectivo dejar de luchar contra lo que no está permitido, para buscar la complicidad ignorante de quienes imponen las prohibiciones. De modo que la niña rebelde busca en el propio sistema las armas que necesita para salir victoriosa en su pequeña lucha. Así, las profesoras del colegio, que habían descubierto escandalizadas el propósito infame de la bicicleta, se encuentran, de repente, con que la cría se ha apuntado a un concurso de recitar el Corán y empiezan a ver en Wadjda un modelo de obediente niña religiosa. Sin embargo, que la pequeña se haya dedicado con pasión a memorizar y recitar los versos del Corán se debe a que dicho concurso premia en metálico al ganador y ese es el dinero que ella necesita para comprar la bicicleta que, por supuesto, sigue anhelando en silencio. También sola, porque su madre, a quien da vida la actriz de televisión Reem Abdulla, en un principio, no sólo no la apoya, sino que, incluso, parece estar muy lejos de su extravagante capricho. Bastante tiene ella con su gran preocupación: intentar convencer al marido para que no tenga una segunda esposa.

 

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La cinta, coproducida con Alemania, que ya ha cosechado numerosos premios en festivales internacionales como el de Venecia (Mejor Película de Arte y Ensayo) o los de Dubai, Friburgo, Rotterdam o Innsbruck, es, sin duda, una crítica a las enormes dificultades que las mujeres árabes tienen que sortear cada día para hacer cosas que son normales para las mujeres del resto del mundo, pero está claro que su directora ha buscado la forma más amable de hacerlo, quizás, se podría decir, más bien, que la única, porque de otro modo no habría logrado que el proyecto saliera adelante y que, a pesar de las críticas de los más conservadores, en su país esté siendo todo un éxito y ya piensen en presentarla a la próxima edición de los premios Oscar. Otro de los aciertos de esta directora licenciada en Literatura en la Universidad Americana de El Cairo y Máster en Cine de la Universidad de Sydney, ha sido, precisamente, el de no presentar a los personajes masculinos como simples villanos, sino reflejar cómo, en realidad, muchas veces, tanto hombres como mujeres se encuentran presionados para actuar de una determinada manera o, por el contrario, luchar contra las consecuencias de no haberlo hecho.

 

El éxito de Al Mansour radica, asimismo, en que ha hecho una película sobre las cosas que conoce de primera mano, porque las ha vivido bien personalmente o a través de los demás habitantes de la pequeña localidad en la que pasó toda su infancia, en el seno de una familia muy liberal por la que siempre se ha sentido apoyada en sus “luchas”, como la de conseguir abrir el debate en su país acerca de la creación de salas de cine. Y sido capaz, además, de contar la historia con actrices locales, a pesar de la dificultad de encontrar en Arabia Saudí a mujeres y niñas que quieran ponerse delante de una cámara y en público. También ha logrado completar, junto al equipo técnico alemán desplazado, el rodaje en el propio país, aunque, a veces, Al Mansour tuviera que esconderse en la furgoneta de producción, cuando se trataba de zonas conservadoras, y dirigir a través de un walkie-talkie”.